Una historia de pasion por el Trial

bonaigua arinsal 500

PRÓLOGO

bonaigua arinsal 500Cuando decidí que sería una buena interesante ampliar la red de Blogs, lo más importante era saber con qué apoyos podía contar. Obviamente tenían que ser personas amantes del Trial, no necesariamente con un alto nivel de pilotaje, pero sí con horas y kilómetros a sus espaldas de lo que en Trial es más importante: afición.

Dicen que los momentos no se deben medir por el tiempo que duran, sino por la intensidad. A Víctor no le conozco desde hace demasiados años, pero sí los suficientes para saber la pasión trialera que corre por sus venas, los interminables esfuerzos que durante décadas lleva haciendo por engrandecer este deporte y su afán por reinventarse para dar más visibilidad al Trial en Cataluña.

A finales del año pasado, sin ir más lejos, el motoclub que preside, Motocat, organizó la acción solidaria más importante que este deporte haya podido ver a lo largo de su historia: un Trial benéfico para recoger fondos en la ayuda contra el cáncer… y nada menos que en las instalaciones del Circuito de Catalunya. ¿El resultado? Una inscripción de 610 pilotos y el récord mundial de participantes en una competición de Trial.

Por todo esto y mucho más, creo que la opinión de Víctor Martín, más conocido como «Bonaigua», es muy interesante y constructiva de cara al aficionado. Para terminar, tan solo quiero invitaros a que participéis activamente con vuestros comentarios en este Blog, llamado «En Primera» y agradecer a Víctor su colaboración desinteresada con Trialworld. [LEER MÁS]

Sin más preámbulos, os dejo con su presentación, que no tiene desperdicio. 

¡Gracias Víctor!

David Quer. Director de Trialworld

UNA HISTORIA DE PASIÓN 

¡Muy buenas zonas!

David Quer me ha solicitado colaborar con Trial World y no le he podido decir que no. Me une con el (y toda su familia) una corta, pero intensa relación. Por cierto… familia que merece mi total admiración. Con mis aportaciones os iré explicando todo lo que me ha pasado, pasa y pasará con mi afición, la mejor afición del mundo… el TRIAL.

No podía hacer esta primera intención de ideas sin presentarme, por lo que, os dejo con mi pequeña, pero para mí, gran historia.

DONDE TODO EMPIEZA. LA COTA 49 

Toda la culpa de esta pasión por las motos de montaña viene de mi padre que, sin ser un aficionado de aquellos acérrimos, nos inculcó a los tres hermanos una forma de ser, difícil de explicar en dos líneas.

bonaigua cota49Todo empezó cuando, sobre el año 1967, (yo tenía 6 años) compró una Ducati Mini Marcelino con la que empezaría a hacer mis «pinitos» hasta que en un salto se partió el chasis. Fue entonces cuando decidió cambiarla por una Montesa Cota 49.

Como él era seis años mayor que yo, al cumplir los 18 se compró una Bultaco Sherpa y también recuerdo cómo me llevaba de «paquete» a ver triales como Sant Llorenç de Munt o algunos en los que había participado él en Olot, Girona y otros tantos lugares de Cataluña, hasta que lo tuvo que dejar por un problema de espalda.

La Cota 49 de poco servía y mi padre veía que me lo tomaba en serio, por lo que decidió comprarme una Cota 123 de segunda mano en Motos Isern y como éste organizaba cursillos/carreras de trial y motocross, ya nos veías, padre e hijo, con el R6 y el remolque moto arriba, moto abajo. En un mismo domingo organizaban un trial y luego todos a correr el motocross.

En trial no había color con Marcelino Corchs siempre ganando y en motocross no recuerdo quien ganaba pero, aquí un servidor, siempre quedaba entre los tres primeros por lo que era evidente que se me daba mejor el cross que el trial.

UN ROMANCE CON EL ENDURO 

Pronto llegó el cambio de moto. Después de mucho insistir y como los colores que me gustaban más eran los de Bultaco, mi padre decidió comprarme una Pursang MK7 125. Esto fue el principio del fin de mi etapa en motocross ya que el motor no aguantaba ni los entrenos y mi padre se hartó de motos, mecánicos, reparaciones, mis rabietas, el coste de todo ello y, con 16 años, cuando ya empezaba a trabajar en la empresa familiar, me dijo que si quería seguir en moto, tendría que correr yo con los gastos que comportaba la misma. Como no me lo podía permitir, se acabaron las carreras.

Por aquella época mis padres se compraron una casita en Calafat (sí, sí, donde está el circuito de velocidad) y es donde conocí a la que ahora es mi mujer, Mercè. No dejé en ningún momento el contacto con las ruedas de tacos, ya que acto seguido y a medias con ella, nos compramos una Enduro 75 L y, ya con 18 años, una Enduro 250 H6 con la que corrí algún enduro pero la fórmula de esta competición me aburría y después de realizar el servicio militar en la Cruz Roja de Barcelona (por descontado en contacto con las motos de la Unidad Moto Alpina), con 21 años, decidí comprar lo que a la larga iba a ser mi «perdición»: una moto de Trial .

Con una Sherpa 199 hacía excursiones, entreno y algún trial, pero cuando realmente empieza la cosa a funcionar es cuando trasladamos el negocio a L’Hospitalet de Llobregat. Es entonces cuando, por casualidad, conozco a una serie de trialeros mayores que yo, que habían hecho del trial su vida.

Son los que me animan a arrancar más «seriamente», los que me obligan a cambiar de moto. Entablamos una amistad muy personal, tanto con ellos como con sus respectivas esposas y creamos «La Peña del Cero» que no era nada más que cinco buenos amigos que compartíamos un deseo: disfrutar de la montaña haciendo trial.

Todo esto hizo que en poco tiempo me desviviera por el trial.

LOS AÑOS GLORIOSOS DE ACCESO A LA MONTAÑA EN MOTO 

Después de nacer mi única hija, Marta -que no ha querido saber nunca nada del trial hasta ahora, que se ha enamorado de un trialero vasco, Asier-, atrapado por el trial y la montaña, decidí comprar un apartamento en el Valle de Arán, más concretamente en Viella.

Fueron 15 años gloriosos, excursiones de todo tipo, hice todas las cimas, Montarto, Ratera, Forcall, etc… acampadas en el Puerto de la Bonaigua (¿entendéis ahora mi nik de internet?), bañarse «en pelotas» en los lagos a 2000 metros de altura y a donde habíamos accedido con una moto de trial, era un placer inexplicable, triales de fiesta mayor, los Dos Días de Trial de Viella, seguir los dos Campeonatos del Mundo de Trial con Jordi Tarrés al frente. Podría estar horas y horas hablando del Valle de Arán y el trial pero tampoco os quiero aburrir.

bonaigua vert 3Empezaron a llegar los malos tiempos para el trial y la maldita Ley de acceso al medio natural hicieron, entre otras cosas, que me replanteara la venta del apartamento de Viella y, con lágrimas en los ojos, puse fin a un ciclo trialero en el Valle de Arán.

Mientras, ya había conocido a la gente de Zona Cero y compitiendo en su prestigioso Open, donde hice nuevos amigos trialeros, conseguí tapar una pena muy grande de la que el recuerdo era lo único que me daba ánimos para seguir en esto del trial. Y como de recuerdos también se puede vivir, decidí recopilar todas o parte de las motos que habían pasado por mis manos, entrando en un círculo vicioso de comprar y coleccionar motos hasta el día de hoy, en que vengo a tener unas 30, y participando en todos los triales clásicos que se ponen al alcance.

NADA COMO EL TRIAL 

He probado todo tipo de aficiones, ski, moto de nieve, moto de agua, ski náutico, mountain bike, trail, quad… todas relacionadas con mis tres pasiones, montaña, moto y mar, pero ninguna ha podido suplir al trial.

De pronto a mi mujer (que se merece un monumento por su total comprensión a esta afición mía) se le enciende la vena y comenta… si tanto te gusta la montaña, ¿por qué no miramos algo en La Cerdaña?, está más cerca de Barcelona y también de Andorra, donde ya se había hecho la primera edición de los Dos Días de Arinsal y a la cual no pude asistir por una lesión reciente en el Open.

Dicho y hecho, y en junio de 2002 comprábamos una casa en All de Cerdaña, un pueblecito de unos 80 habitantes y que, mira por donde, también había una gente que se dedicaba a esto del trial.

Como entre trialeros el dialogo está resuelto en segundos, fue presentarme y empezar a compartir una serie de ideas que tendrían su culminación con la organización del primer Trial de Clásicas de All.

MOTOCAT 

También con ellos se nos ocurrió montar un moto club (MOTOCAT) donde tenemos cabida todos los amigos trialeros y donde, si nos respetan nuestros políticos igual que nosotros intentamos respetar las leyes, plasmaremos un montón de ideas trialeras que tenemos en mente.

Por último y ya termino, son más de 35 años dedicados a la moto de montaña, de los cuales 30 dedicados al trial, por lo que puedo hablar con propiedad pero, sobre todo, creo que con sentido común.

¡Muchos ceros!

Víctor Martín
«bonaigua»

 

¿Te ha gustado? Comparte

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en whatsapp
Compartir en email